Foro de Participación Tema 2.1

Me parece valioso que el vídeo conecte el tema del cuidado con la sostenibilidad de la vida, no solo como un asunto de “ayuda” o “gestión doméstica”, sino como un elemento central del sistema económico y social, que condiciona la igualdad de género, la autonomía de las personas y el desarrollo democrático. Esta perspectiva se alinea con enfoques interseccionales: al visibilizar que mujeres, personas mayores, personas con discapacidad y otras diversidades están en el centro o al margen de los cuidados y de quién los presta. También refuerza que la lógica capitalista tradicional —que mide solo lo que se remunera en el mercado— deja fuera el trabajo que efectivamente hace posible la reproducción social. Finalmente, el vídeo abre paso a pensar en políticas públicas de cuidado como una estrategia sistemática de justicia social, no solo un añadido de bienestar.
Una cuestión que me surge para reflexionar: ¿cómo se puede operacionalizar en contextos como el boliviano (con sus particularidades territoriales, culturales, indígenas, rurales) el reconocimiento y la redistribución del cuidado? Es decir: ¿qué formas de servicios, redes comunitarias o políticas podrían adaptarse para que el cuidado no quede solo como una “responsabilidad individual o familiar”, sino se convierta en un bien público? Me parece que esa pregunta es clave para pasar de la teoría del vídeo a la práctica concreta en los territorios.

Creo que una de las claves para entender las desigualdades actuales es reconocer el punto de quiebre histórico en el que el trabajo de cuidado comenzó a considerarse “improductivo”. Antes del capitalismo, cuidar no era una tarea remunerada, pero sí tenía reconocimiento y pertenencia. Era parte de un tejido comunitario donde las personas se sostenían mutuamente, y el valor del cuidado estaba en su capacidad de mantener la vida, no de generar ganancia.

Con el avance del capitalismo, ese equilibrio se rompió. El sistema separó lo “productivo” (lo que genera dinero) de lo “reproductivo” (lo que sostiene la vida), y el cuidado (principalmente realizado por mujeres) fue relegado al ámbito privado, invisibilizado y naturalizado.

Pienso que reconocer ese quiebre nos permite mirar el presente con más lucidez. Nos invita a preguntarnos por qué seguimos considerando “menos valioso” el trabajo que sostiene la existencia misma, y a imaginar un modelo donde cuidar no sea un privilegio ni una carga, sino una responsabilidad compartida y digna.

El video de la vida de los primeros 1000 días de vida, nos muestra que esa etapa no son solo una etapa biológica, sino una ventana crítica de los derechos, vínculos y justicia social. Porque el desarrollo cerebral, emocional y social que ocurre en este periodo depende profundamente del entorno, así como la nutrición, la estimulación y, sobre todo, de la importancia del cuidado amorosos y constante. Por ello es necesario cuestionar quién cuida, cómo se cuida y bajo qué condiciones. La tarea del cuidado infantil ha sido delegado exclusivamente a las mujeres, sin reconocimiento, sin remuneración y muchas veces sin apoyo institucional. aunque actualmente por la necesidad de trabajar muchas han optado por dejar a los niños en una guardería, en ocasiones trabajan junto a ellos por no tener más opciones y en condiciones precarias, esta carga desigual no solo vulnera los derechos de quienes cuidan, sino también de quienes son cuidados, especialmente en contextos de pobreza, encima violencia o exclusión.
Reconocer el cuidado en la primera infancia como un derecho humano y una responsabilidad colectiva implica transformar las estructuras patriarcales que lo invisibilizan. Significa exigir políticas públicas que garanticen servicios de cuidado accesibles, condiciones dignas para las cuidadoras, y entornos seguros y estimulantes para niñas y niños. También implica revalorizar el cuidado como base del desarrollo humano y económico, no como una tarea privada o secundaria. Siendo que está demostrado que cuidar en los primeros 1000 días es sembrar futuro. Pero para que ese cuidado sea justo, debe estar libre de desigualdades, sostenido por el Estado, compartido por la sociedad y guiado por el amor a la vida, la equidad y la dignidad.

El Art. 338 de la CPE de Bolivia, reconoce a la economía del cuidado como fuente de riqueza para el mismo Estado, Por ende, llama al Estado a cumplir con la corresponsabilidad al trabajo domestico que realizan las mujeres. Por ende, exige al Estado, crear espacios de educación en la deconstrucción de los roles de género, crear la licencia de paternidad para que puedan compartir la responsabilidad del cuidado del recién nacido, la construcción de centros infantiles y geriátricos. Pues se considera el trabajo del cuidado como un derecho de hombres y mujeres rurales y urbanos.

La estrategia de los 1000 días, un programa de salud del Ministerio de Salud de Ecuador y la Organización Mundial de la Salud (OMS), fue puesto en práctica el año 2016. Recuerdo esto porque trabaje en el Ministerio de Salud de Ecuador como especialista en promocion y prevencion en salud en las comunidades indigenas de la amazonia ecuatoriana. Territorios donde pude ver que la desnutrición de los niños y niñas era a consecuencia del territorio poco habitable que incidia en la probreza de las familias indigenas quienes no tenian los recursos economicos necesarios para una alimentacion balanceada de sus hijos. A ello se sumaba, el poco acceso a unidades educativas de la por lo que se dedicaban a economia de substencia con la siembra y cosecha de yuca, plátano y no tenián otras mejores oportunidades laborales para generar ganancias monetarias para el sustento de su familia. Por ello, el personal interdiciplinario del Ministerio de Salud y la OMS trabajaron en la estrategia de los 1000 dias, pues consideraban que los 3 primeros años de vida son primordiales para un buen desarrollo del lenguaje, las habilidades sociales y el desarrollo emocional. Se puso enfásis en la mutricion de los niños y niñas, en razon de que vivian en la territorios rodeados de rios caudalosos y contaminados. Algo que se renocio de la poblacion y fue una ayuda en este proyecto de la estrategia de los 1000 dias, es que, las mujeres de las poblaciones indigenas daban de lactar a sus hijos hasta los dos años de vida. Sin embargo, la contaminacion de las aguas de los cuales consumian les generaban diarrea y por tanto habian muchos niños y niñas que fallecian. Por otro lado, en las ciudades se trabajo con la estrategia de los 1000 dias con la promocion de la lactancia materna en contrapocicion a la leche de formula, en razon de que son mujeres que trabajan fuera de sus hogares. A pesar de que en Ecuador existen leyes que favorecen la lactancia materna con un permiso de medio dia habil de trabajo hasta que el bebe cumpla un año de vida.

Me pareció muy importante la parte del video donde se explica que las mujeres ya hacemos trabajo, incluso antes de salir a “trabajar”. Lavar, cocinar, acompañar tareas, cuidar a lxs niñxs, organizar la casa, todo eso mantiene la vida funcionando y, aun así, no se reconoce como trabajo ni se remunera. El video muestra muy bien cómo la economía ha clasificado injustamente estas tareas como “improductivas”, como si no generaran riqueza, cuando en realidad sostienen todo lo demás: sin cuidado no hay posibilidad de que exista ninguna otra actividad económica. Esa separación entre lo productivo y lo improductivo no es natural sino que es patriarcal, y parte de la idea de que las mujeres “por naturaleza” debemos hacer el trabajo del hogar. Me parece clave cuestionar eso, porque reconocer el cuidado como trabajo es un paso esencial para redistribuirlo y para entender que no es un rol fr las mujeres, sino una responsabilidad social y colectiva.

En el video se identifica el aporte de la economía comunitaria y cómo sostiene a las grandes ciudades, en países como lo nuestros es importante nombrar el racismo y cómo esto a invisibilizado todo el trabajo que sostiene la vida. El video me da elementos para seguir analizando el racismo estructural y me da elementos de luces para reconocer todo ese trabajo que no se reconoce.

El video sobre economía del cuidado me ha provocado algunas reflexiones, desde reconocer la actual centralidad, desgastante del trabajo que sostiene la vida y que históricamente han permanecido invisibilizadas, relegadas al ámbito privados y mayoritariamente asumidas por mujeres y la relevancia del trabajo de las mujeres rurales, que no tiene visibilidad, siendo muy importante para el funcionamiento económico y de sostenibilidad. Situación que es parte de la crisis de los cuidados.
Por otro lado, me puse a pensar cómo deberíamos cambiar el enfoque actual que se tiene sobre “desarrollo” tanto en el ámbito social como productivo, que nos invitaría a dejar de lado visiones particionadas que implica entonces uno de los desafíos más profundos, que es la necesidad de cambiar la lógica sectorial con la que tradicionalmente se analiza y se diseñan políticas públicas. Avanzar hacia un sistema de cuidados supone dejar atrás miradas fragmentadas (educación, por un lado, salud por otro, protección social por otro) y comprender que todas estas dimensiones están interconectadas y que los cuidados no pueden separarse de lo productivo ni considerarse una esfera secundaria. A ello se suma la importancia de visibilizar la interrelación entre cuidados y medio ambiente, entendiendo que el sostenimiento de la vida también depende de ecosistemas sanos y de prácticas que preserven los recursos naturales, lo que a su vez impacta en la economía productiva.

Aunque el trabajo de cuidados remunerado y no remunerado sostiene la vida, garantiza el bienestar físico y emocional de las personas y permite que los sistemas económicos funcionen, continúa siendo sistemáticamente desvalorizado y feminizado. Las mujeres y las niñas siguen asumiendo la mayor parte de este trabajo, lo que limita sus oportunidades educativas, laborales y de participación social, y reproduce ciclos de desigualdad económicos y de género. A pesar de que los cuidados remunerados generan millones de empleos, siguen caracterizándose por salarios bajos, informalidad, falta de protección social y exposición a violencia, lo que demuestra la contradicción entre la importancia social del cuidado y su escaso reconocimiento económico y laboral.
Asimismo, debemos continuar con la tarea de transformar los sistemas de cuidados hacia modelos integrales que redistribuyan responsabilidades entre el Estado, el mercado, las comunidades y los hogares, y que reconozcan el aporte central del cuidado al desarrollo sostenible. En este sentido, avanzar hacia una economía del cuidado más justa implica no solo valorar y medir adecuadamente el trabajo de cuidados no remunerado, sino también invertir en servicios públicos, infraestructura social y marcos normativos que garanticen derechos laborales y de protección social. Solo así será posible romper el vínculo estructural entre desigualdad económica y desigualdad de género, y construir sociedades más equitativas y sostenibles.

Creo que estamos en un momento histórico crucial, y no podemos claudicar el ímpetu de cambio a través de la información que tenemos. Las nuevas generaciones son testigas de cómo se han sacrificado los cuerpos feminizados a razón de cuidar del resto sin un básico reconocimiento. El poder acceder a la memoria familiar, saber cómo ha pasado la enfermedad por el cuerpo de nuestras abuelas, bisabuelas, y nuestras madres evidencia un narrativa y realidad que actuales generaciones no están dispuestas a sostener. Reconocer, reducir, redistribuir, remunerar y poner en la palestra pública mediante la representación al trabajo de cuidado es más que necesario y está en nuestras manos trabajar y exigir políticas públicas más justas. Creo además que se debe dilapidar la lógica del sacrificio que nos hace "aguantar" la crianza y los cuidados en soledad, y ver de manera plausible el sacrificio.

El video sobre Economía del Cuidado me hizo pensar mucho en cómo, en nuestra vida cotidiana, el cuidado sostiene absolutamente todo, aunque pocas veces lo reconozcamos. Me impactó ver cómo en Bolivia y en toda América Latina, las mujeres cargan con la mayor parte del trabajo de cuidado sin recibir pago ni valoración. Sentí que muchas de esas situaciones también forman parte de lo que he visto y vivido: mujeres sosteniendo la casa, la familia, las emociones y la vida, casi siempre en silencio.

Hacer la actividad me ayudó a entender mejor los conceptos y cómo todos están conectados: el trabajo no remunerado, el doméstico, el de cuidado y la economía que los atraviesa. Al verlos juntos, me doy cuenta de que sin ese trabajo invisible no habría sociedad ni economía posible.

Este módulo me generó una reflexión profunda: el cuidado no debería ser una responsabilidad solo de las mujeres ni algo que el Estado dé por sentado. Me llevo la idea de que el cuidado es una fuerza vital y política, y que necesitamos avanzar hacia formas más justas de reconocerlo y compartirlo.

Los estudios sobre la economía del cuidado en América Latina han revelado, de manera contundente, que este trabajo recae de forma desproporcionada sobre las mujeres, lo que constituye un pilar oculto de las economías de la región pero también un obstáculo central para la autonomía económica femenina. En un estudio de de la CEPAL, demuestran que las mujeres dedican entre dos y tres veces más tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Esta sobrecarga, que se intensifica en contextos de pobreza y ante la falta de servicios públicos, actúa como un "impuesto de tiempo" que limita su participación en el mercado laboral, su acceso a empleos de calidad y sus posibilidades de desarrollo personal. Como hallazgo crucial, se ha identificado que esta distribución inequitativa no solo es injusta, sino que también lastra el crecimiento económico y perpetúa los ciclos de desigualdad. En respuesta a estos diagnósticos, la región ha sido pionera en proponer marcos innovadores como la "sociedad del cuidado", que plantea la corresponsabilidad entre el Estado, el mercado, las comunidades y las familias, reconociendo el cuidado como un derecho fundamental y un componente esencial del bienestar social.

Es importante reconocer y practicar: el cuidado compartido por la familia y la sociedad. Es evidente que todos pasamos y pasaremos momentos de mayor oferta y demanda de cuidado, entonces es importante capacitarnos y refrescarnos la memoria, para contribuir al cuidado informados. Es cierto que existen centros educativos públicos y son buenos porque nos dan seguridad y tranquilidad a las familias que tenemos un miembro que lo utiliza. El que recaiga el cuidado principalmente en las mujeres es lo común, pero también en los hij@s solteros, no está mal, si el trabajo es compartido. En mi familia, hemos utilizado instituciones públicas que contribuyen con el cuidado de personas con discapacidad.

La desigualdad de Género, en nuestro país, es enorme, la economía de cuidado recae en las mujeres y para nosotras es algo natural es parte de nuestra labor, aun no despatriarcalizamos nuestros conceptos sobre la familia y el trabajo que nos deja en desventaja con relación a la carga del trabajo de cuidado, limitando así nuestras aspiraciones en el mercado laboral formal, nuestro desarrollo profesional y el acceso a oportunidades económicas, son reducidas y limitadas. las nuevas generaciones deben romper con esta situación, sin dejar de lado el ahora, que nos toca a nosotros.

La economía del cuidado es un tema crucial que ha sido invisibilizado durante mucho tiempo, y es fundamental reconocer su valor y su contribución al bienestar social y económico de un país.
Me gustó especialmente cómo se destaca la importancia de la corresponsabilidad estatal y la necesidad de medidas específicas para aliviar la carga de las mujeres y redistribuir el trabajo de cuidado de manera más equitativa. La educación en deconstrucción de roles, la licencia de paternidad y los centros infantiles y geriátricos son solo algunos ejemplos de cómo el Estado puede intervenir para abordar este problema.

También es importante destacar la perspectiva Inter seccional que se aborda en el artículo y el video, reconociendo que las mujeres, personas mayores, personas con discapacidad y otras diversidades están en el centro o al margen de los cuidados y de quién los presta.

En cuanto a visibilizar y cuantificar del trabajo productivo de las mujeres campesinas e indígenas, es fundamental reconocer su contribución al sistema económico y social, y abordar las desigualdades estructurales que enfrentan.

En resumen, me parece que el artículo y el video presentan un enfoque integral y sistemático para abordar la economía del cuidado, y es fundamental que se sigan discutiendo y implementando políticas públicas que promuevan la justicia social y la igualdad de género.

La economía del cuidado no solamente es responsabilidad del Estado, también de todos los ciudadanos de hacer respetar y sobre todo valor el trabajo del otro

Aun muchos piensan que el trabajo real es el asalariado, mientras el trabajo de cuidado, aquel que sostiene la vida misma, es responsabilidad de las mujeres. Llamarlo no productivo fue la forma de justificar el no valorarlo, ni remunerarlo, ni mucho menos compartirlo. Hoy entiendo que no solo se trata de ayudar, sino de corresponsabilizarme. El cuidado no es un rol femenino, sino una tarea humana. Reconocerlo y redistribuirlo no solo es justo, es un acto de honestidad y de liberación.

La economia del cuidado visto desde el enfoque marxista con la categoria: Fuerza de Trabajo, es elemental para poder comprender que la mujer ha sido relegada a cuidados del hogar minimizando e invisibilizando el trabajo que realiza en la vida cotidiana para la reproducción social de su familia y además como se señalaba en el video para que el padre de familia pueda dedicarse exclusivamente al trabajo renumerado y asi generar ingresos para la sustención económica, pero todo esto es gracias al cuidado no renumerado que realilza la mujer. Por otro lado, es de gran significado divulgar las diferencias de horas de trabajo entre hombres y mujeres, ya que por los datos estadisticos es que se realizan las politicas sociales, leyes, programas y proyectos.

La economía del cuidado se refiere a todas las actividades que sostienen la vida —como cuidar niños, personas mayores, enfermos, cocinar y mantener el hogar—, tanto remuneradas como no remuneradas. Aunque es fundamental para el funcionamiento de la sociedad y de la economía, este trabajo es en gran parte invisible y no reconocido, y lo realizan mayoritariamente las mujeres.

El cuidado está distribuido de forma desigual por género, clase y territorio, lo que limita la participación laboral femenina, aumenta la pobreza en la vejez y reproduce desigualdades. Los Estados dependen del cuidado, pero no invierten suficiente en servicios públicos ni en protección para las cuidadoras, lo que ha llevado a una crisis global de cuidados.

La economía del cuidado propone construir sistemas integrales y corresponsables entre Estado, familias, comunidad y mercado, garantizando servicios, tiempo, derechos laborales y reconocimiento.
Revalorizar el cuidado no solo promueve igualdad, sino que es una inversión con alto impacto económico y social.

Uno de los puntos fuertes de este video es que "la economía del cuidado" no sea abordado como un asunto de mujeres. Las políticas de cuidados debe incluir también a los varones.

Al igual que algunos compañeros en este foro, considero fundamental que en el video se contemple la interseccionalidad en la postura entorno a los cuidado, en tanto, atraviesa fundamentalmente un tema de género, por el que las mujeres han asumido las tareas de cuidados sin remuneración, pero, además las mujeres de áreas rurales, tienen mayores desventajas en el uso de sus tiempos y el poco reconocimiento de su rol en el desarrollo social, aún por las personas mujeres de las ciudades.

La economía del cuidado es un problema no resuelto, porque se ha dado la mirada siempre desde lo domestico "lo privado" , y que ha estado invisibilizado . Es necesario ver que todos estos cuidados estan relacionados al bienestar fisico, y mental de la infancia, lo cual es relevante a la hora de poner el valor en la mesa a nivel colectivo
Redistribuir las tareas "familiares " equitativamente entre los integrantes del hogar mejorará las habilidades de las mujeres y reducirá conflictos, sín embargo también pondr´á el debate de cuantas horas las mujeres cuidan.

Al ver y escuchar el video me permite tener información y pensar en datos comparativos y ubicarme en Honduras.
Bolivia ha avanzado significativamente en el reconocimiento normativo de la economía del cuidado; Honduras, en cambio, se encuentra en etapas mucho más iniciales; sin embargo, ambos países comparten desafíos similares en: Distribución desigual del trabajo de cuidado y presupuesto insuficiente para sistemas nacionales de cuidado, lo que conlleva al punto central en este desafío: la implementación efectiva de políticas de cuidado, donde Bolivia tiene grandes avances.

El mensaje del video centraliza en cómo lo reproductivo (lavar ropa, cocinar, cuidar niños, etc.) sostiene lo productivo. La economía del cuidado es un componente fundamental de los derechos humanos de las mujeres, ya que son ellas en su mayoría las que andan realizando este trabajo y no es porque una quiera feminizarlo, es parte de una realidad. El video nos muestra que este trabajo no remunerado es una fuente de riqueza que sostiene no solo la vida sino la producción social y económica. Trabajo que históricamente ha sido considerado improductivo y no remunerado porque mientras el capitalismo se libra de cubrir los costos de la producción de esta fuerza de trabajo se enriquece con él.

Después de ver el video, entendí aún más que la economía del cuidado es una parte fundamental de nuestra sociedad, pero sigue siendo invisibilizada, especialmente cuando la mayor carga recae sobre las mujeres. Me impresionó cómo, a pesar de que hoy muchas trabajamos fuera de casa, aún hay desigualdad salarial, acoso y falta de condiciones dignas, mientras que el trabajo doméstico y de cuidado no se reconoce como productivo. También me impactaron los datos sobre las mujeres rurales, que trabajan más horas y aun así su aporte pasa desapercibido. Pienso que es urgente que se valore este trabajo, que existan políticas reales de apoyo y que se eduque a las nuevas generaciones para romper los roles de género, porque solos avanzamos cuando entendemos que el cuidado es responsabilidad de todos.

El trabajo doméstico ha sido naturalizado desde siempre como un trabajo que se hace por amor u obligación, como una responsabilidad que tienen las mujeres con sus familias. Este trabajo incluye tareas como cocinar o cuidar de la familia, que produce la fuerza de trabajo necesaria para el funcionamiento de la sociedad, dejando al capitalismo liberado de asumir esos costos. El trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es una fuente fundamental y desvalorizada de la riqueza. Históricamente, la división de los trabajos durante la Segunda Guerra Mundial se formalizó al excluir a mujeres y niños de las industrias, estableciéndose un “salario familiar” para los hombres, esto hizo que al trabajo de las mujeres se lo califique de improductivo e invisible.
La lucha debe centrarse en reconocer los derechos económicos de las mujeres como legales y cuantificar económicamente este aporte, en el caso de Paraguay, donde los cuidados no son aún visibilizados ni hablados, es necesario propiciar espacios donde se hablen de crear políticas públicas que respalden los derechos de las mujeres, de que el trabajo que realizan sea visibilizado, remunerado y entendido como lo que sostiene la sociedad capitalista.

La información proporcionada por el video de Economía del cuidado me permitió ampliar la información sobre como en otros contextos se el Estado asume su rol en cuanto a la economía de los cuidados, así como en Bolivia en cuanto a lo establecido en la CPE, entiendo que aun no son suficientes las acciones ni los esfuerzos para poder promover una igualdad en la distribución de las tareas del cuidado y que el Estado y los otros protagonistas como la comunidad y el empresariado aun no se han involucrado para poder identificar cambios sustanciales en estos procesos.

La economía del cuidado es un aporte significativo de autoras feministas para el análisis económico y para situar a las mujeres dentro del sistema capitalista. Autoras como Federicci han logrado plantear el debate para poder reconocer y visibilizar el trabajo que realizamos las mujeres que sostienen no solo la vida, sino el sistema capitalista. Como se mostraba en el video, en los inicios este sistema busca que sean las mujeres las que se hagan cargo de esta reproducción de fuerza de trabajo. Ubicarnos en este espacio, nos permite también hablar de incorporarnos en el sistema económico.
Algo que considero importante del video, es el aporte ue resalta del trabajo de las mujeres del área rural, puesto que muchas veces no vemos estas diferencias, cuando los datos del tiempo de trabajo en mujeres del area rural son mayores, esto nos muestra que hay que trabajar más en investigaciones y generación de datos estadisticos y observatorios no solo a nivel urbano, sino también rural, contemplando sus complejidades.

El video muestra la desigualdad y la discriminación de género en espacios como en la demanda de trabajo más a hombres que a mujeres y la brecha del salario, al igual como se ejerce algunos tipos de violencia hacia la mujer en esos espacios, se habla de la lucha por esos derechos y la igualdad, pero a aveces es muy complicado tanto por lo social, estructural y la posición en la que fue impuesta la mujer. No suficiente con las dificultades que hay para conseguir trabajo y que las condiciones sean dignas, las mujeres diariamente cumplen otros que haceres en la casa, donde su jornada es constante, no remunerada y el ocio es un aislado de su rutina, allí produciéndose un problema estructural donde la fuerza del trabajo no es reconocida y visibilizada está siendo una constante en la economía, aunque se han tenido progresos en algunas países, haciéndose de manera general, donde muy pocas veces se tiene en cuenta la diversidad y el contexto en el que habitan las mujeres, ya que existen realidades y perspectivas diferentes, donde el trabajo doméstico se le asignó como una labor improductiva está siendo lo contrario y generando sobre carga en las cuidadoras, desde que nacemos siendo mujeres explotadas por el capitalismo y patriarcado, el hecho no es de ser mujer o hombre, sino donde más hace bulla el problema, donde está más el factor común, nosotras las mujeres, cuidadoras, emprendedoras, madres encargadas del hogar, trabajadoras y luchadoras por los derechos, porque somos parte de la economía, porque estamos presentes en la sociedad, porque somos incidencia, líderesas y sentidoras del problema que ha estado y esta. Es de todos la responsabilidad, hacer el cambio y se empieza por una.

El video Economía del cuidado pone de manifiesto el trabajo doméstico y de cuidados, realizado mayoritariamente por las mujeres, como la garantía del cotidiano, la vida cotidiana y las economías, pero que, si bien ha sido negado históricamente y no se le ha dado el estatus de trabajo productivo, es también una forma de trabajo productivo del que se habla. Se discuten problemáticas en torno a la especificidad de estas economías del cuidado, como que las mujeres continuamos con la asignación de sueldos o remuneraciones efectivas, que las mujeres son víctimas de la violencia o de prácticas laborales inseguras por el hecho de que sus contribuciones a la conveniencia social continúan invisibles, a pesar del enorme aporte que hacen, y se manifiestan en la economía como una de las principales fuentes de ingresos.
Uruguay, por ejemplo, es una de las iniciativas que toma cierta ventaja al tener pensiones para las amas de casa, de forma tal que deja de estar invisibilizado el trabajo que realizan.
Finalmente, el trabajo realizado en el video demuestra que la tradicional distinción entre trabajo productivo y no productivo ha generado desigualdad y dependencia económica, al poner fuera del ámbito público todo el trabajo relacionado con la economía del cuidado. Huelga decir que las mujeres rurales son clave porque, si bien trabajan más horas que los hombres, generan la producción de alimentos que abastece las ciudades y por lo tanto, su trabajo es el que permite el desarrollo tanto urbano como rural.
La Constitución de Bolivia reconoce el trabajo doméstico como un trabajo que tiene valor económico, el mismo que impacta en la riqueza nacional. Se sugieren medidas de acuerdo con el fortalecimiento de la economía del cuidado mediante centros de atención, datos estadísticos, corresponsabilidad entre hombres y mujeres y políticas públicas que desafíen la economía del cuidado.

Claramente el video es lo suficientemene didactico para visivilizar todo lo que embarca el cuidado ..y si efectivamene siempre nosotras como mujeres seremos las que cargaremos con la mayoria del tiempo, ahi como lo muestra el video.
el capitalismo es una de las causales para que el machismo siga de pie, y no se logre visibilizar el aporte de las mujeres dentro del hogar, ya que ellos siempre tendran esos privilegios en el circulo de la sociedad.
las mujres seguimos en lucha para que nuestro trabajo sea reconocido y sean corresponsables todos,dentro del hogar,.

Coincido con muchas de las reflexiones planteadas por compañeros y compañeras. Y me gustaría plantear un tema adicional, que se refiere al "trabajo informal", bajo esa categoría se sitúan un enorme porcentage de mujeres que alimentan a sus hogares con actividades económicas diversas. Trabajo que aunque genera ingresos, cae en una categoría de "informal" desde una perspectiva en la que debieran formalizarse, registrarse como empresas, dar factura, etc. Esa visión excluyente del talento y capacidad de las mujeres de lograr generar ingresos a la vez que cumplen con sus labores de cuidados, las invisibiliza y hace que no se reflexionen políticas de protección adecuadas: jubilación solidaria, servicios del Estado para el cuidado de los niños y niñas mientras las mujeres trabajan en sus emprendimientos, reconocer que es un trabajo productivo que sostiene la economía nacional, etc.

Tradicionalmente, el trabajo de cuidados —doméstico o del cuidado de niñas/os, personas mayores, enfermas/os— ha sido realizado mayoritariamente por mujeres, muchas veces sin reconocimiento social. Dicha carga termina afectando la autonomía económica y limita las oportunidades de quienes cuidan, además de reproducir y profundizar las desigualdades de género.
La desvalorización inicia cuando el cuidado se lo piensa y reduce a tareas mecánicas, por lo que es necesario estar conscientes de que implica afecto, atención, vínculo, elementos que son esenciales para la formación del ser humano como persona, no solo como fuerza de trabajo.
Por lo que, reivindicar el trabajo de cuidados es también reivindicar relaciones humanas más profundas y reconocer el cuidado como derecho humano.

La economía del cuidado está en el núcleo del crecimiento, el bienestar y el desarrollo porque sostiene la actividad humana para las generaciones actuales y futuras. Las estimaciones indican que el trabajo de cuidado no remunerado, si se compensara, representaría el 9% del producto interno bruto (PIB) global, equivalente a 11 billones de dólares.

Solo en América Latina, representaría entre el 15,7% y el 24,2% del PIB regional, lo que lo convertiría en uno de los mayores contribuyentes a la economía, por encima de la mayoría de las otras industrias individuales.

Sin embargo, a pesar de su importancia, el valor social y económico de la economía del cuidado sigue siendo en su mayoría invisible. El cuidado es lo que hace posible todos los demás trabajos, ya que abarca relaciones, servicios y tanto el trabajo remunerado como no remunerado que posibilitan la vida.

Dentro del sistema capitalista, las consideraciones y análisis que hacemos de la economía del cuidado es fundamental dentro de los temas de género ya que quienes se encargan del cuidado son quienes sostienen al sistema, en base a su explotación y sobrecarga de trabajo dentro de la doble jornada laboral. En este sentido nos referimos a las mujeres quienes, pese a los avances de la historia y la economía, siguen siendo las responsables del cuidado y del trabajo doméstico en pleno siglo XXI. Ante esta situación los hombres permanecen exentos de esta responsabilidad apelando a criterios arcaicos como el instinto materno, o los roles de género tradicionales limitándose al ser proveedores de la familia, pero convirtiéndose indirectamente en una especie de patrones dentro del hogar. En este panorama, es determinante que profundicemos el debate sobre el cuidado para redistribuir responsabilidades entre mujeres y hombres dentro de familias y sociedades más equitativas e igualitarias.

El video refleja la realdiad que viven las mujeres, diria en todo el planneta tierra, y que en la cuarentena se visibilizo como una realidad la discriminacion laboral que vivimos las mujeres, en relacion a las actividades laborales renumeradas o no renumeradas,frente a las actividades realizadas por los hombres que no solo son mejor renumerados sino que no realizan la doble o triple jornada que realizamos las Mujeres. Lo interesante tambien, para mi del video, es que nos muestra como la "revolucion industrial" tuvo una influencia pernisiciosa y patriarcal, en relacion a la fuerza laboral de la mujer.

Por cuidado se entiende el conjunto de actividades, procesos, bienes y servicios esenciales para el desarrollo, el bienestar y el mantenimiento de la vida de las personas.
El cuidado se considera un derecho humano desde una doble perspectiva, reconocido por organismos internacionales y la legislación progresista de muchos países
La Economía del Cuidado es un campo de estudio que busca visibilizar, valorar y redistribuir el trabajo esencial para la vida que históricamente ha sido ignorado por los modelos económicos tradicionales.
1. El Trabajo Invisible (La Contribución Oculta)
• Definición: El cuidado incluye todas las tareas necesarias para el bienestar físico y emocional de las personas (cocinar, limpiar, cuidar a niños y mayores, apoyo emocional).
• Valoración Económica: Se considera que el trabajo de cuidado y doméstico no remunerado tiene un enorme valor económico (a menudo entre el 15% y el 25% del PIB en muchos países), aunque no se contabiliza en el Producto Interno Bruto (PIB).
• La Brecha de Género: Las mujeres dedican desproporcionadamente más tiempo a este trabajo que los hombres (a menudo el doble o más), lo que genera la "doble o triple jornada" para ellas.

2. El Patriarcado y la Crisis de Cuidados
• División Sexual del Trabajo: El sistema patriarcal asigna tradicionalmente el trabajo productivo (remunerado) a los hombres y el trabajo reproductivo (cuidado, no remunerado) a las mujeres.
• La Crisis: La crisis de cuidados se produce cuando las mujeres se incorporan masivamente al mercado laboral remunerado, pero el sistema social (hombres, Estado, mercado) no asume ni redistribuye el trabajo que ellas dejan de hacer, poniendo en riesgo la sostenibilidad de la vida.

3. Solución: La Corresponsabilidad y el Derecho
• Corresponsabilidad Social: La solución implica que el cuidado sea una responsabilidad colectiva, compartida por cuatro actores:
o Estado: Regulando, financiando y proveyendo servicios públicos (guarderías, salud).
o Mercado: Ofreciendo servicios de calidad y condiciones laborales flexibles.
o Familias/Comunidad: Repartiendo equitativamente el trabajo no remunerado entre hombres y mujeres.
• El Cuidado como Derecho: El objetivo es que el cuidado se reconozca como un Derecho Humano (tanto a cuidar como a ser cuidado), obligando al Estado a garantizar el bienestar y la sostenibilidad de la vida para todas las personas.

El cuidado, tanto remunerado como no remunerado, sostiene la vida y la economía, pero sigue siendo invisibilizado y desvalorizado. Reconocerlo nos obliga a cuestionar por qué lo que garantiza el bienestar de las personas se considera “menos valioso” que lo que genera ganancias. Solo cuando lo entendamos como una responsabilidad compartida podremos avanzar hacia una sociedad más justa y equilibrada.

Como psicóloga, en base al video planteado, es importante cuestionar cómo la economía del cuidado  impacta directamente en la salud mental de quienes lo asumen, sobre todo mujeres jóvenes y adultas. Muchas veces el cuidado de otras personas, del hogar o de familiares enfermos se da de manera invisible y sin apoyo, lo que genera agotamiento, ansiedad y sentimientos de culpa por “no dar abasto”. Desde una mirada de despatriarcalización, es clave cuestionar que estas responsabilidades sean asumidas casi siempre por mujeres y pensar en cómo redistribuirlas, valorarlas y acompañarlas con políticas que reconozcan su importancia. Por ejemplo, promover espacios de corresponsabilidad en la familia o en el trabajo no solo alivia la carga, sino que protege el bienestar emocional y fortalece la equidad entre géneros.

Como psicóloga, en base al video, considero que es importante evaluar cómo la Economía del Cuidado impacta directamente en la salud mental de quienes lo asumen, sobre todo mujeres jóvenes y adultas. Muchas veces el cuidado de otras personas, del hogar o de familiares enfermos se da de manera invisible y sin apoyo, lo que genera agotamiento, ansiedad y sentimientos de culpa por “no dar abasto”. Desde una mirada de despatriarcalización, es clave cuestionar que estas responsabilidades sean asumidas casi siempre por mujeres y pensar en cómo redistribuirlas, valorarlas y acompañarlas con políticas que reconozcan su importancia. Por ejemplo, promover espacios de corresponsabilidad en la familia o en el trabajo no solo alivia la carga, sino que protege el bienestar emocional y fortalece la equidad entre géneros.

El video plante la importancia de reconocer, redistribuir y valorar el trabajo del cuidado como un componente fundamental de la justicia de género. También como una responsabilidad social compartida y no como una responsabilidad exclusiva de las mujeres, sino como acto colectivo y comunitario que sostiene la vida digna, por tanto el transformar la economía del cuidado es fundamental para avanzar hacia relaciones mas igualitarias y superar la reproducción de las desigualdades estructurales.

El vídeo expresa conceptos básicos, sobre la Economía del Cuidado, el origen de la división sexual del trabajo, como se dividió los espacios de trabajo para el hombre (publico) y la mujer (privado). Recayendo sobre la mujer la responsabilidad de reproducción y cuidado de la fuerza de trabajo. Dio cuenta de algunos avances en políticas públicas en Uruguay con el pago de una jubilación a las mujeres mayores de 60 años, pero mas por una solidaridad intergeneracional. En el video se visibiliza el aporte de las mujeres para el desarrollo productivo del país, con un mayor aporte en la economía del cuidado (familia - producción de sus áreas agrícolas), que las mujeres en el área urbana. Informa también que en Bolivia en la CPE, en su articulo 338 el Estado reconoce el valor económico del" trabajo del hogar" y que se debe cuantificar en las cuentas públicas, hecho que nos habilita a cuestionar la lentitud en el cumplimiento de dicho artículo.

La economía del cuidado en Bolivia es un tema crucial qué requiere de políticas públicas integrales, corresponsabilidad social y el reconocimiento del trabajo no remunerado qué realiza la mujer dentro su hogar. Necesitamos más apoyo por parte del estado, más leyes que garanticen la creación de partidas presupuestarias en cada departamento, municipios y o GAIOC.

Es importante, ayuda a comprender mejor cómo las desigualdades actuales están arraigadas en estructuras que desvalorizan lo que sostiene la vida. Al señalar el quiebre entre lo “productivo” y lo “reproductivo”, nos ayudas a entender cómo el capitalismo ha invisibilizado el cuidado, especialmente el realizado por mujeres, y lo ha relegado al ámbito privado como si fuera una obligación natural y no un trabajo esencial.

El video explica que la economía del cuidado comprende todas las actividades que permiten sostener la vida diaria, como cocinar, limpiar, cuidar a niñas, niños, personas adultas mayores o personas enfermas. Estas tareas son esenciales para el funcionamiento de la sociedad y la economía, pero no suelen ser reconocidas ni remuneradas, a pesar de que sin ellas no sería posible que las personas trabajen, estudien o participen en la vida pública.

En el contexto ecuatoriano, el cuidado recae principalmente en las mujeres, especialmente en zonas rurales y comunidades indígenas, donde muchas madres, abuelas e hijas asumen solas la responsabilidad del hogar y de la familia. Este trabajo no remunerado limita sus oportunidades educativas, laborales y de participación social, lo que profundiza la desigualdad de género y la pobreza.

El video también muestra que el cuidado no debe ser una responsabilidad exclusiva de las familias ni de las mujeres. Señala que el Estado ecuatoriano, los gobiernos locales, las comunidades y el sector privado deben asumir un rol activo mediante políticas públicas, centros de cuidado, servicios de salud y programas de apoyo social. Esto permitiría una distribución más justa del trabajo de cuidado.

Finalmente, el mensaje central es que reconocer el cuidado como un derecho humano y como una responsabilidad colectiva es clave para avanzar hacia una sociedad más justa en Ecuador. Valorar el trabajo de cuidado no remunerado contribuye a la igualdad, al bienestar familiar y al desarrollo social del país.

La economía del cuidado engloba el trabajo de cuidados -remunerado y no remunerado, directo e indirecto- prestado a través de los sectores público y privado, incluidas las organizaciones sin ánimo de lucro, la economía social y solidaria y los hogares.

Me llamó la atención esta idea de que el cuidado sostiene la vida y la economía, pero aun así suele quedar invisible, como si no fuera “trabajo real”. Y es cierto, casi siempre recae en las mismas personas, sobre todo en mujeres, y se da por hecho que es su obligación.
También me hizo pensar en cómo en Bolivia el cuidado tiene muchas formas según cada comunidad, cada familia y cada territorio. Por eso creo que es importante que las políticas no solo “ayuden”, sino que reconozcan esas formas diversas de cuidar y las valoren. Siento que es necesario que el cuidado deje de ser una carga privada y empiece a verse como una responsabilidad compartida, algo que el Estado y la sociedad deben sostener juntos. Al final, todos necesitamos cuidado en algún momento, y reconocerlo también es una forma de construir más justicia y dignidad para todas las personas.

Me parece sustancial que, a día de hoy, la exigencia de la productividad dentro del espectro capitalista nos está haciendo cada vez más dependientes del trabajo del cuidado. En algunos espacios occidentales y del norte global esto significa una oportunidad comercial, una ventana para el "emprendedurismo", sobretodo porque el capitalismo exige percibirnos de forma individual y dejar de lado las dinámicas comunitarias. En este lado del mundo, significa cohartar aún más los derechos de quienes se quedan en casa, limitar más sus posibilidades, atribuirles más responsabilidades. Es por esto que la necesidad de, en primer lugar, reconocer la participación que tiene el trabajo de cuidado en una economía en constante cambio y todos sus matices nos da más espacio a normar y legislar alrededor, que consiste en la única protección tangible a la que esta porción de la población puede acceder.

El video me resulta muy valioso para comprender la forma en que los cuidados se fueron relegando histórica y estructuralmente dentro de la economía capitalista. Asimismo, es bastante claro y me aporta mucha luz sobre la forma de problematizar los cuidados desde una visión socioeconómica: los cuidados son la base de la producción de fuerza de trabajo. En otros términos, se alude a esta idea de la reproducción de la vida, misma que es fundamental para el sostenimiento del modelo capitalista y neoliberal. Es muy revelador, desde un punto de vista interseccional, observar las diferencias en el empleo del tiempo para las tareas de cuidado, no solo en la división sexual del trabajo, sino en las diferencias por tipo de territorio; el rural y urbano. No cabe duda que las mujeres cargan con el peso estructural de reproducir la fuerza de trabajo y esto se acentúa en el sector rural aunque, paradójicamente, es de los más olvidados.

La Economía del cuidado demuestra una situación muy infravalorada en el país, siendo evidente que existe una desigualdad de género en nuestra sociedad. Aunque considero que cuando se trata de madres solteras está desigualdad aumenta y vulnera sus derechos humanos, pues el país no garantiza ni genera una cultura de autocuidado, en todo el país siempre veremos a madres trabajando junto a sus niños, ya sea vendiendo o realizando otras actividades y esto se debe a qué el Estado y sus dependencias no ofrecen políticas públicas efectivas, asimismo cuando en las guarderías se prevee violencia y abuso hacia los niños por parte de los trabajadores, esto genera desconfianza, una guardería privada genera más gastos que ingresos.
Por lo que la situación del país y el hecho de garantizar protección a las mujeres mediante la economía del cuidado requiere cambios drásticos, donde exista formalidad en el trabajo pero sobretodo centros de cuidado de los niños, solo así una madre puede desarrollar plenamente su capacidad económica sin limitaciones o conflictos.
Asimismo considero que el bono o renta para las amas de casa es reconocer un trabajo infravalorado, aunque para ello y según el contexto político del país es difícil que se implemente.

el video estuvo muy interesante para conocer conceptos y también introducir las personas en la importancia de la tarea de los cuidados y porque debe ser garantizado, valorado y protegido.

Esto también me lleva a analizar lo atrasados que estamos en el estudio de la tarea de cuidados en Bolivia, pues es el primer paso para cuadyuvar acciones estatales, es necesario tener el respaldo de datos que reflejen la realidad que vemos