La acción del Estado en América Latina para resolver los problemas estructurales en el sector rural en los años sesenta y setenta se centró en las reformas agrarias de carácter redistributivo, con una intervención directa del Estado en la compra y expropiación de la propiedad rural; a esta política se le ha denominado reforma agraria histórica. Eran los tiempos de un fuerte intervencionismo y centralismo estatal, cuando se pensaba que si las entidades gubernamentales no intervenían y direccionaban los procesos, era imposible impulsar procesos de cambio. También era la época de la Guerra Fría, cuando las ideologías capitalistas y marxista se disputaban el dominio de las naciones y se enfrentaban como modelos para el mejoramiento de las condiciones de los pueblos.